Pues sí, vuelta a la cruda realidad. la semana pasada fue especial, como diría mi bisabuela Trigidia "¿mira cuanta gente ha venido a verme!".... y es que fue mis cumpleaños: ¡2 años no se cumplen todos los días! (exactamente, sólo un día). El caso es que hasta la Lela vino desde Madrid, y me organizaron una fiesta cómo las de Pocoyó: cadenetas, globos, niños, chuches, tarta de chocolate, regalos... Sobre este aspecto debo reconocer que estaba especialmente agradable, y aunque me sacaron de la siesta (¡a quien se le ocurre hacer una fiesta a las cinco de la tarde, seguro que estaban pensando en acabar e irse ellos de juerga....), los regalos los compartí y me porté muy bien. Me gustó especialmente un trasto con un sistema hidráulico que lanza bolas al aire.... pero también me gustó mucho un muñeco de Pocoyó que me trajo papá (debe ser típico gallego, porque va de azul y lo trajo de Santiago....). Las velas me las soplaron los niños (mio dignidad me impedía agacharme), y fui la única niña que se comió la tarta sola... En definitiva, todo perfecto.
Sin embargo... todo se acaba. Anteayer, como ya soy mayor, me llevaron a un señor siniestro vestido de blanco que no paraba de mirarme, meterme dedos en la boca y decirme que me riera. Es un tal D. Pedi Atra o algo así. Muy desagradable.... ¡y me decía que era mi amigo!. Pues si para ser tu amigo te hacen eso y te sonríen, yo que no soy su amigo (ya quisiera) hice lo contrario, refunfuñar y berrearle.... El caso es que decidió medirme todo, desde la cabeza (49,5), al peso (12.060 kg) y l altura (que no me acuerdo, pero que está muy por encima de la media).
En fin, que hemos vuelto a la normalidad. este fin de semana me voy a ver a los lelos y ya, dentro de poco ¡¡llega la navidad!!, y las primas, y el calendario de Adviento, y los dulces, y los regalos y, sobre todo, Benibás......
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