Esta entrada también podría llamarse "Diario de una bruja" lo cual iría muy al hilo de la situación. Al menos eso dicen mis padres, que por alguna conjunción de planetas, el día de Halloween aparecen las brujas, o mejor dicho, lo que de brujas llevamos dento (las que lo llevamos, je, je). El caso es que si se prometían un par de días de relax y vacaciones en Sevilla, saqué lo mejor (peor según ellos) de mí, y me explayé totalmente, con todo mi repertorio de lloriqueos, malos modos, etc... Bueno, eso es lo que se creen ellos, que soy una mimada consentida, pero la realidad es que era la única forma de manifestar mi descontento, pues aunque estaba previsto que fuera a una fiesta de Halloween en Bellavista, decidieron por su cuenta y riesgo (¡sin consultarme!), llevarme a Sevilla. Es cierto que estaba lleno de brujas de verdad (por cierto, que confortables son las piernas de papa cuando una tiene miedo, aunque las coletas no me dejen meterme debajo...), pero vaya, nada de truco o sorpresa, ni caramelos, ni nada. eso sí se estiraron y me dieron tapitas de jamón, paellita, croquetitas ibéricas... en fin, alimentarme me alimentaron, pero divertirse se divirtieron ellos (lo poco que les dejé). De todas formas, y para los anales de mi historia, atentos al documento gráfico: ¡ya se ir de compras solita!.

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