Síiiii, he vuelto. Com mucho estrés, porque con lo del cambio climático, la sequía que se acercaba, la subida del nivel del mar en Huelva, y todas las catástrofes previstas por los ecologistas, estaba asustada y metida debajo de la cuna, ¡que soy una niña pequeña y me asusto!. Sin embargo, finalmente nasti de plasti, aquí estamos, frescos como una lechuga.
Durante este último mes pocas novedades ha habido de gran trascendencia, pero muchas pequeñas cosas para mí. Mi papá se acerca a la cuarentena. Además fue el día del padre (¿será por eso que vino a la guarde a buscarme?). Por cierto, que en la guarde me lo paso muy bien. Parece ser que van a dejarme a comer, lo cual me mola, porque todos los niños allí comen a las 12, y yo en casa comía a las tres, y salía hecha un miura.
Bailo mucho, aunque según los puristas mi estilo es poco ortodoxo. Dicen algo así como que tengo un resorte en la pierna derecha que la hace ir por libre. Por otro lado ya hago muchas cosas: se subir y bajar escaleras (aunque mis padres se ponen blancos cuando me ven en lo alto de la escalera); me sé bajar de la cama (me pongo boca abajo, con las piernas colgando y voy echando el culo hacia el vacío); cuando ando pido la manita a papá y mamá.. sí, cuando ando, que son las menos de las veces, lo que hago es correr. En la bañera me tumbo y trato de bucear (me falta perfeccionar lo de no tragar jabón). Me tiro de los toboganes, pero de cabeza, sentada no me gusta nada, es muy aburrido. Tiro y doy besitos (eso lo hago en ciertos momentos porque se que gusta y hay que saber utilizarlo). Me abrazo con todos los perros que veo...
Mis padres están encantados, aunque siento que algo estresados deben estar porque siempre van corriendo tras de mí. Pobrecitos, a ver si maduro rápido porque con lo mayores que están.....
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